un ágora ambulante · décima carta
el amor tiene un carácter organizativo.
tumbado y aislado selectivamente de la social network ―mas nunca de la vida pública, compatible con los más remotos y recónditos cobijos o travesías de la vida temporalmente desgajada, que suele nombrarse como privada o íntima―.
a vueltas con la contradicción: cuando sé que estoy coexistiendo con las partes de una paradoja es mayormente porque sé que me quiero ir de ahí al resolverla o porque es en sí más descriptiva-adecuada-transparente-liberadora que sólo uno de sus componentes ―y entonces debo explorar si salir y cómo hacerlo―. pero quiero saber ―¡no como quien “sabe” que fumar es nocivo y fuma igual!― que es un lugar de paso del que no debo encariñarme, pues devendrá callejón.
no son temas menores autorregular los usos de llevar la contraria o vigilar los riesgos serios del maniqueísmo. no retorzamos más las vidas inter-personales: lo perecedero nos inviste, y toda palabra contra obra puede ser palabra de más. ¿convertir la crítica en identidad reduce-quita calidad a la crítica de la crítica?
tres medios comisivos más de la violencia primaria: la displicencia, la eximente del punto ciego o la estructuralidad, y la quiebra ―no “disonancia”― cognitiva. no quiere decir que a veces no valgan, pero sí que no son semilla de nada más. ¿qué gran basura se cree con derecho a hacerte aprender que eres desechable?
el señor Viéitez es un junco. más de una vez me han dicho que soy «toda una institución», así que supongo que me toca ser una encina, o un roble antiguo. poseo un convencimiento: que haber cimentado el lugar común de que tengo la misma edad que mis abuelas ―incluso más― les da buen juego desmedido. quisiera no oír a quien dice «de repente no sabes cómo y tienes muchos años».
admitir los defectos que ves y cuentas sobre ti mismo no humaniza, sino que, extrañamente, neutraliza compasiones, y eso es bueno. [te estoy escribiendo]. quiero ―no es para mí― que no te canses de ser: madurar y aguantar no pone nada fácil. ¿cómo hacer algo significativo contigo? ¿sé decir mis déficits como tú? ¿cuán solo he de dejarte? ¿cuánto peso o ligereza te da ser un guardián de esencias y una antiestatua? ¿qué materia sumerge tus distintas capas, que son una: tu cordialidad, tu trasluz, tu moodboard, tu suicidio, tu enamoramiento en continencia, vuelta e inasible perfección? ¿hablo de mí a través de ti? ¿acierto a hablar de ti? una vez una gran amiga me dijo «necesito ver que avanzas, que sirve de algo lo que intento ayudarte». de ti nunca necesité nada, y siento que avanzas pero me asusta gafarlo. aprendemos sin darnos cuenta; si sabes tocar fibras, con todo, eso no condensa lo nuevo ―ni bueno ni sus contrarios― que puedas dar: el tiempo es una escoba y hallas huecos para procesos relevantes; horadas muros cínicos como un trapecista entre lo público y lo personalísimo. bastaría con emanciparte de ti mismo un ratito y recoger las asociaciones que desprendes pero es inviable: si la vida fuese así. mecanografías «imagino largas conversaciones que nunca tendrán lugar». «no es lo mismo saber que querrás a alguien para siempre que, de pronto, entender que va a ser así». gracias, por no tener que calibrar de afuera tu influjo, sino simplemente estar, acompañar.
no estás condenado a ser feliz, pero ojalá tu generosidad revierta en un rincón que se le parezca, al que puedas ir cuando quieras o necesites, sin contárnoslo. es de perogrullo que nunca nos hemos cruzado y que, si nada cambia, va a ser así hasta el fin del mundo. no pasa nada: ahí está. todo lo demás es definitivo.
cuentan que no habrá veranillo de San Martín: suficientes sobresaltos nos han asediado recientemente en la ¿superestructura? cultural-antropológica como para saltarme el estío de turno. mi pensadero hoy ofrece el recuerdo de cómo me atraparon las fábulas historiográficas de Santiago Posteguillo, a la vez que estudiaba latín y griego. ¡re-decido estudiar al completo física y matemáticas!
conjuro un dorado tiempo-cortafuegos: la anticipación o que nada se me eche encima. cuando tuve ―¡he tenido! ¿tengo?― doce años, nos era recomendado planificar la preparación de cualquier evaluación teniendo muy en cuenta que el último día estaría prohibidísimo siquiera repasar. hubo un lapso de agujero negro en el que me perdieron ―no perdí― el buen rumbo, pero we’re so back.
no es delimitar la libertad, ¡sino la concepción de la libertad! para recobrar el terreno de la opinión es imprescindible depurarla de la violencia estructural. puedo ser libre cuando no pueden impedirme serlo. ¿qué circuito conviene?
decíamos ayer: átame a las líneas de tu mano, que a veces me pierdo.
Ana María Lajusticia, paladina de la causa del magnesio, fenece a sus ¡cien años! solicito plaza de visitante para Institut d'Investigacions Biomèdiques del Clínic ―IIBB-CSIC + IDIBAPS―: me propongo visitar todos los centros de investigación científica de España. cada cierto tiempo sale a la palestra un Fernando Simón nuevo: Fco. Javier Marcos Izquierdo, general jefe de la Unidad Militar de Emergencias. rebusco en los cofres del programa Lab24.
hace cuatro otoños aprendí a tejer en una tienda cerca de casa, regentada por Isabel, quien hace arreglos de ropa y vende telas, lanas, botones y más. mi gran proyecto fue fabricar una chaqueta de punto de cuello redondo que identificaba con un atuendo femenino clásico, años cincuenta ―indignado con que no hubiese para hombres―. material italiano tipo tweed escocés y agujas de aluminio 5-6 mm. horas entretenidas amasando melcocha y doce ovillos para la estructura principal, además del canesú color crema para el cuello, el cierre y los puños. luego hice los rudimentos del ganchillo, vimos Maestros de la costura, veo el contenido de la mercería gallega La Crisálida. nunca olvidaré aquella descatalogada chaqueta reciclada de Pierre Cardin.
una persona denuncia a un violador por violación continuada. convivían y aparentaba una normalidad inexistente, para sosegar todo tipo de miedos fundados y dulcificar un presente envenenado humanamente inabarcable. ¿por qué no te negaste? «porque tenía miedo» ¡¿por qué no quieres hablar?! retumba en mí. «estamos a tiempo de arreglar todo esto con calma, como personas civilizadas» y «hemos venido a que quites la denuncia» y clásico «dile a tu madre que la quiero». sus hechos: «una conducta de imposición de decisiones [y regularidades] unilaterales, de restricción de amistades y de comunicaciones» ante una «actitud manifiestamente no activa de ella». hijo súperidiota ¡increpándola! «estás tomando decisiones desde el dolor» otro tópico psico-pático como «queremos lo mejor para las dos partes» o «no parece muy afectada». una víctima no quiere arruinar a un victimario sino deshacer la ruina artificial que ha inducido: «lo que realmente quiero es que se muera». su abogada: «a los agresores hay que ponerles límites», y su abogado: «ellas intentarán construir una historia de terror y nosotros demostraremos que un hombre como tú no puede dar ningún miedo». una “amiga” «yo no puedo participar de este linchamiento. ¿tú estás segura de lo que dices?». una indiferencia activa debería conllevar cadena perpetua. un agresor no soporta que le corrijan: «no me vuelvas a dejar en ridículo», e intenta disuadir, no reconociendo: «¿no tienes ni la más mínima duda?». contesta como debe: «¿a mí sí se me puede joder la vida y no pasa nada?». fingir para que acabe antes es un patrón general cuyo alcance es pavoroso. juicio: «¿había algo que le perteneciera [a ella]?». quien antepone su deseo a tu bienestar y su ¿preocupación? a tu autonomía. «¿no le parecía extraño que nunca tuviera la iniciativa?». la dependencia económica. «¿creía usted que podía negarse?» y «él decía que no lo podía evitar, que le dejara» y «yo muchas veces me quedaba paralizada» y «me dejaban sola, para que se me pasara [cuando no me sentía bien]». enfadarse con quien muestra negativa es lo contrario a aceptar la negativa. ¿que cómo podía saber que no quería? no siendo anti-normal. la clave: «a mí me costó muchos años reconocerme como víctima» porque «sientes vergüenza-culpa por no haberte defendido suficiente». «ella a menudo tenía miedo de llevarle la contraria». «el propio procedimiento es una muestra más de la veracidad de lo denunciado, pues ninguna mujer se somete a un proceso de tantos años si no es porque está segura de lo que ha vivido». cada día está más próxima mi denuncia formal. luego más secuelas: ¿«no puedo reconocer algo que no he hecho»? permiso para dar por enervada su presunción de inocencia y ajusticiarle: por existir no llevas la mitad ―ni siquiera un mínimo― de razón, verdad o virtud. así, yo sí que tenía razón desde un principio: tu impunidad me da arcadas y me pone de los nervios. el pseudo-perdón inmoviliza, remacha clavos, atenaza con crueldad. «¿qué he hecho, además de quererte?» pues justamente eso. ¿que quién me creo que soy? hoy sigo siendo quien quería ser al margen de tu inconsentida intervención, y va acabando de cerrarse tanto desenredar. querer no siempre es poder. las cosas vuelven a su cauce: «¿usted quería?». ps: aquí no acaba el caso de la fiscal contra el convicto. el futuro es nuestro: de desheredadas que, contra el bucle de la esperanza, cambiamos la Tierra, y de quienes dejamos de ser desheredadas para proseguir sin su paréntesis, como sea posible. [El nacimiento de la ideología fascista de Zeev Sternhell]. hard work can be joyful work! no cabe la contemplación autocomplaciente: ¿en la vida, el bucle aceleracionista funciona cual negligencia estratégica? la violencia de los “pacíficos”: texto extraordinario de Lorena Ruiz-Huerta.
¡archivos del bureau! El cuadro completo de Alice Procter, El cuerpo lleva la cuenta de Bessel van der Kolk, el conversatorio Alimentación y bazar como espacios de resistencia: diáspora china y antirracismo. más suspicazmente, el seminario ―¡y su flyer anunciador!― Museos, universidades y cafeterías, El informe de Remedios Zafra y Política del malestar de Alicia Valdés. basta con que no haya solipsismo en agentes culturales: sólo “pido” eso. Nuestras primeras veces de Nicolas Teyssandier, con Bellas Artes ¿o Museo Coconut?
contra el lamentable horario de invierno, Brian Wilson. me da igual todo lo demás, todo criterio, con tal de decir la corazonada de que es el mejor. sus dos discos para las vidas cálidas That Lucky Old Sun e In the Key of Disney. «i’m fillin’ up my lungs again and breathin’ life» y bella Southern California: las armonías corales de The Beach Boys son completamente hermosísimas. post-it: leer a David Leaf y José Ángel González Balsa… let’s go surfin’ now!